La Subsecretaría de Defensa, en la reunión preparatoria para el 2-2018 Pleno del COPERFAS, vuelve a tumbar la propuesta de ATME sobre la urgente necesidad de instalación de desfibriladores en instalaciones de las FAS

Por segunda vez en este año se rechaza para su debate la propuesta de la Asociación de Tropa y Marinería Española para la instalación de desfibriladores en las zonas de vida y trabajo de las BAE,s por un problema de dotación económica 

Madrid, 18 junio de 2018

Los cinco primeros minutos tras un paro cardíaco son vitales para la supervivencia de quien lo sufre. Y por cada minuto adicional que pasa sin recibir ayuda hay un 10% menos de probabilidades de que salga con vida. La rapidez en la intervención puede significar en este caso la diferencia entre la vida y la muerte.

Si eso es así, en España somos especialmente lentos. La tasa de supervivencia a los paros cardíacos es del 4%, mientras que en EE UU es de casi el 50%. Los americanos no son biológicamente superiores ni más resistentes, simplemente cuentan con una presencia masiva de desfibriladores, concretamente de los modelos externos automáticos (DESA). Utilizar uno de ellos en los dos primeros minutos tras la parada incrementa las posibilidades de salir vivo en un 90%.

Dicho todo esto parece inconcebible la Comisión Preparatoria para el Pleno estudio de las propuestas que se debatirán en el Consejo de Personal haya vuelto a rechazar (ya hizo esta propuesta ATME anteriormente) la propuesta sobre la instalación de desfibriladores en las zonas de vida y trabajo de las BAE,s y todo debido a una insuficiente dotación económica, tal y como el motivo expuesto por la Subsecretaria deja entrever: “Después de analizar los informes, se llega a la conclusión de que hay sensibilidad por el tema y que el problema pudiera ser de dotación económica y de las prioridades que cada ejército asigna según sus necesidades”. ¿Se puede estar hablando de posibles muertes de compañeros por falta de dinero o de prioridades a la hora de asignar esas dotaciones económicas?, ¿acaso hay algo más importante que salvaguardar la vida humana?

Pero es que aún hay más… A finales de mayo, la ya ex Ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, anunciaba una subida en la dotación presupuestaria respecto a 2017. Concretamente atendiendo solo a la Sección 14, que es la sección presupuestaria exclusiva de Defensa, el total de este 2018 es de 8.455,9 millones de euros, un 10,7% más que el año pasado. La propia Cospedal afirmaba: “Priorizamos el apoyo al personal, para que pueda dedicarse con el menor número de preocupaciones, para que puedan dedicarse a lo importante, que es su misión de defender a España, y por supuesto, tratamos de poner a su alcance el mejor equipamiento, con la tecnología más puntera disponible” (1)

ATME se pregunta entonces, y, si la prioridad es el personal de las FAS ¿cómo podemos entonces dejar de instalar desfibriladores por falta de dinero? La Asociación de Tropa y Marinería Española ha solicitado al Ministerio de Defensa un plan urgente para paliar este problema que, lamentablemente, ya ha ocasionado defunciones por parada cardiorrespiratoria entre el personal militar que, posiblemente, hubieran podido evitarse con estos medios de fácil uso por personal militar, muchos de ellos con, además, conocimientos básicos y medios en primeros auxilios”. Sin embargo, dicha propuesta no ha llegado nunca a buen término y todo sigue igual.

España, el país con menos desfibriladores de Europa

En España no existe una legislación única en materia de cardioprotección. Sí disponemos de un decreto ley del 2009 que se limita a marcar los mínimos de calidad y seguridad en el uso de desfibriladores fuera del ámbito sanitario. A partir de ahí, cada comunidad autónoma y cada ayuntamiento ha redactado su propia normativa, con mayor o menor presencia de estas máquinas, tanto en el espacio público como en los equipamientos o en según qué edificios privados muy concurridos. En resumen: la probabilidad de superar un infarto va por ciudades.

El presidente del CERCP (Consejo Español de Resucitación Cardiopulmonar) lamenta que la iniciativa privada esté haciendo el trabajo que debería corresponder a la Administración Pública respecto a la apuesta por estas máquinas salvavidas (2). Los gobiernos autonómicos están intentando poner su grano de arena, aunque de manera desigual y sin una hoja de ruta pactada. Es por ello por el que los cardiólogos imploran al Gobierno una ley estatal de cardioprotección.

 

La Asociación de Tropa y Marinería Española “ATME” espera que la nueva cupula del Ministerio de Defensa sea más receptiva a este tipo de temas, priorizando la seguridad de los miembros de las Fuerza Armadas. Debemos recordar que el gasto económico de estas medidas ni de lejos afectan al equilibrio presupuesto de las Fuerzas Armadas.

 

(1) La Cerca (Noticias de Castilla-La Mancha) de 22 mayo de 2018

(2) El Periódico, 14 junio de 2018